¿No hueles o estás chato?, esa
era una frase que los viejos utilizaban para dar a entender algo evidente pero
que la persona que era acreedora a recibirla, simplemente no podía apreciarla.
Lo Chato, lo que es poco afilado, lo que no corta, lo que no penetra, es una
cualidad que dentro del deporte suele ser poco benéfica para quien se le es
adjudicada, pues para ser un deportista triunfador, o como club deportivo, se
necesita estar más afilado que una navaja.
Y fue así cómo es que los Panzas
Verde del León lograron agregarle la sexta estrella a su escudo, luego de
vencer categóricamente al América, en su propio templo, sitio donde nunca le
habían arrebatado la corona y lo hizo con autoridad y un filo digno de envidia,
pues la contundencia y claridad con la que su ataque contó a la hora de
definir, fue casi perfecta, mientras que por el otro lado fue todo lo
contrario.
Sin lugar a dudas, a la hora
buena la pólvora se le secó a la escuadra del actual técnico nacional, Miguel
Herrera, haciendo suspirar por tantos certeros “matadores” que han ocupado ese
sitio de honor dentro de los de Coapa, llegando de golpe a la memoria el último
“grande”, el “Chucho” Benítez (Q.E.P.D). ¡Otro gallo nos hubiera cantado si el “chucho”
siguiera con nosotros!, suspiraron seguramente miles de aficionados cremas.
Esto no es con la intención de
demeritar al actual campeón, no podría por más que lo intentara, pues no
dejaron resquicio para hacerlo, hasta da gusto ver cómo se levanta un campeón
con autoridad, aplastando al que se le parara enfrente y desplegando un futbol
vertical, espectacular y letal, al verdadero aficionado al futbol,
independientemente del equipo de sus amores le debe de dar gusto ver a los “Esmeraldas”
donde están, aparte del gusto de ver a los odiados rivales en el suelo.
Porque si echamos un clavado a la
memoria, se me viene aquel segundo campeonato de Hugo Sánchez con los Pumas del
2004, aquel que enmarcó hasta ahora el único “Bi” en torneos cortos, en aquella
final que vencieron a Monterrey en el Tecnológico, escuadra dirigida, por
cierto, por el polémico “Piojo” Herrera, esa final recuerdo fue d lo más
aburrida y si no es por el “osote” de Cristian Martínez que se come un “tirito”
del Kikín Fonseca de afuera del área, Pumas no hubiera conseguido nada, pues su
futbol ya había perdido el brillo que le había impregnado “El Macho” el torneo
anterior.
La final Atlante-Pumas, en el primer
torneo de los potros en Cancún, también fue una de las finales con menos
reflectores de hace rato y qué decir de aquella de principios de los 90’s,
cuando, de la mano de Victor Manuel Vucetich, los Tecos de la UAG, se coronaron
con marcador global de 1-0 sobre Santos, en la que debe de ser la final con más
bajo rating de la historia y en la que el “Rey Midas” al puro estilo del “Catenaccio”
y con la “Pantera” Osmar Donizete como único argumento ofensivo, le bastó para
que las vitrinas de los emplumados tuvieran algo que presumir.
Estos deslucidos campeones no
tienen la culpa de haber tenido rivales inferiores en sus respectivas
ediciones, eso me parece habla mal del futbol mexicano en general, donde la
irregularidad permea en todos niveles, principalmente por los manejos de
directivos, que al puro estilo de los gambusinos del Viejo Oeste, explotan la
veta hasta la última pepita si es necesario, sin importarles todo lo que ello
signifique en lo deportivo.
Y si seguimos con lo chato de las
ofensivas, la que dirigía Enrique Ferreira, no estuvo lo afilada que él hubiera
querido en lo que fue la temporada debut de los Cimarrones de Sonora en la Segunda
División Premier, pues fue esa línea en particular la que tuvo los más bajos
resultados, hablando de productividad, pues con todo y que tuvieron refuerzos
de otros estados con experiencia comprobada, en su estancia en la capital
sonorense no pudieron manifestarse dentro de las áreas enemigas.
Gente como el “Diablo” García y
el inflado Arnhold Rivas, es en quienes se esperaba fueran los artífices de las
anotaciones de los hermosillenses, erol torneo se les fue de noche y acabaron saliendo por la puerta de
atrás por bajo rendimiento, dejando la responsabilidad a los jóvenes que
lograron el Ascenso con los Rayos del Poblado Miguel Alemán, y que al final se
quedaron apenas en la orilla de colarse a otras instancias, pues con todo que
ganar y poco que perder echaron todo al asador y ofrecieron mejores resultados
que al principio de la campaña.
Ahora ya se viene el Clausura
2014, donde las esperanzas renovadas y los nuevos refuerzos tendrán que generar
mejores actuaciones que las del torneo anterior, aunque ya sin el profe
Ferreira en el banquillo, pues en el receso invernal llegó a la dirigencia del
equipo Ángel Monares, quien espera darle ese filo que se requiere en delantera
para hacer vibrar las redes enemigas.
Para esto fueron contratados Juan
Carlos Castro, centro delantero proveniente de Dorados de Culiacán y Arnaldo
Espínola, argentino delantero que se formó en fuerzas básicas de River Plate,
para ver si las gargantas de los aficionados que abarroten las gradas del
Héctor Espino sacan a relucir sus mejores tonos para celebrar como muchas veces
no pudieron hacerlo en el pasado, esperemos no vengan chatos.
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